Llego a casa, apago con mi mente
el cigarro que no tengo en la mano, pongo cara de indiferencia. Llego a mi
habitación, joder, debí haber recogido toda esta mierda antes de irme, pero si
de verdad estuviera dispuesta a hacer eso simplemente no lo habría dejado todo
por medio, así que lo dejo como está. Tengo la barriga llena de cerveza y
ningunas ganas de decirle al gato que no ha de subirse en la encimera. Que haga
lo que le dé la gana, ¿no dicen que los gatos se parecen a los dueños? Creo
que es más bien al revés; yo antes no era tan pasota, ahora me da igual dormir entre un
montón de libros arañados y ropa usada. Pero bueno. Solo espero no quedarme bizca. ¿Y ahora
qué? Estoy sola y ni siquiera me apetece seguir bebiendo o masturbarme. Me encanta el silencio y a la vez lo odio. Vuelvo
a pensar en él, y luego en él, y luego en él… Definitivamente necesito follar
con alguien diferente a mí. También necesito que me den un par de hostias. ¿Qué
es eso de volver a ser yo? Se supone que yo había avanzado en esto de vivir, y
sin embargo sigo escuchando canciones de voces roncas y guitarras desafinadas. Os juro que he intentado de todas las formas dejar de ser yo pero no ha habido manera. Me siento tan segura entre todo este desastre; necesito volver a él tanto como
necesito salir de él. Me apesta el aliento a desazón, no quiero dormir. Ojalá
estuviera él aquí, o él, o él, o él… Está tan vacía la cama que me da miedo
tocarla. Y como siempre él me espera, y me llama, y al final me siento y
empiezo a escribir poemas mal paridos, que arrugo o rompo y hago desaparecer
para siempre en la basura. Y me paso a la prosa solo para comprobar que es
igual de patética que el verso.
Al final el gato se ha bajado de
la encimera sin decirle nada. Es listo, aunque quizás no lo suficiente como
para no venir conmigo. ¿Qué clase de caricias podrían propiciarte unas manos
agrietadas incapaces de sostener un desaliento? Incapaces de sostenerse a sí
mismas. Debería ser divertido colgar sobre un abismo sobre el que sabes que no
vas a caer. Me cuesta reconocerlo pero al final lo hago: necesito a alguien que
me abrace en noches así. ¿O existen noches así porque no hay nadie que me
abrace de la forma que yo quiero? Prefiero negar todo esto y fingir que no ha
pasado. ¿Pero es que supone un retroceso? ¿Tanto cuesta reconocer que nos falta
amor? ¿Qué nos faltan, por lo menos, poemas donde escupir? Me encantaría decir
que puedo mearme en las paredes sin que luego me incomode su olor, o que puedo
saltar sin miedo a torcerme un tobillo al caer –soy tan torpe-, pero no es así.
Sufro cuando veo que mis sueños se pueden conseguir. Me gusta hablar
de mí al papel para entenderme y también me gusta robar en los centros
comerciales. A mí nunca me sirvió de nada vestir como una puta o ser simpática.
En realidad me pregunto si ha servido de algo todo lo que he hecho a lo largo
de mi vida. La respuesta no es agradable. La vuestra es posible que tampoco a
no ser que podáis afirmar que sois felices y haya alguien que lo verifique con
un tic. ¡Cuántas páginas he pasado ya! A veces hacia atrás, he de decirlo, pero
es que siempre solían estar en blanco y me aburría terriblemente pensar que las
siguientes pudieran seguir siendo así: vacías. A veces me sorprendo encontrando
letras en este libro imaginario que me han obligado a tener, y entonces soy un
poco feliz (me da miedo afirmar que lo fui realmente, no sé por qué). A mí es
que me resulta más cómodo que me pasen las páginas, ese es mi problema. Yo soy
más de quemarlas, soplar las cenizas y luego lamentarme y buscarlas
minuciosamente para volver a reunirlas e intentar reconstruir la hoja, sabiendo
que es del todo imposible. Soy así de ingenua. Soy de comerme al sapo para que
no pueda convertirse en príncipe y luego echarlo de menos, ¡echar de menos algo
que nunca ha existido!
La mierda sigue siendo la misma
de siempre, pero hoy la percibo un poco más, hoy formo parte de ella un poco.
Hoy ya es mañana, mi gato me espera en la cama y yo tengo que convencerme de
que nunca nadie va a descubrir que escribo cuando percibo en las tinieblas unicornios
derretidos o avisto manchas en leves resplandores. Creo sinceramente que nadie
va a descubrirlo porque nadie va a molestarse en buscar en mi basura. De todas
formas las palabras no se dejarían atrapar; huirían como la dueña huye cuando
las crea. Se pasan el día chillando para nada. Mi gato ronca ya, y aunque nunca
he soportado los ronquidos no puedo rechazar el amor inexistente que me
proporcionan sus dos patas peludas. Para mí es suficiente. O no.
Apago la luz
y me apago con ella.
un día más.
ala, ala
ResponderEliminarala, ala
Hola.
ResponderEliminarDe acuerdo estoy con el anónimo anterior. He llegado por twitter y déjame decirte que este pedazo de texto es una pasada. Está muy bien escrito para mi gusto, expresa muy bien la decepción y la amargura y conmueve y hace reír.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Alberto.
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