viernes, 14 de junio de 2013

No hace una noche como para ponerse el pijama

Llego a casa, apago con mi mente el cigarro que no tengo en la mano, pongo cara de indiferencia. Llego a mi habitación, joder, debí haber recogido toda esta mierda antes de irme, pero si de verdad estuviera dispuesta a hacer eso simplemente no lo habría dejado todo por medio, así que lo dejo como está. Tengo la barriga llena de cerveza y ningunas ganas de decirle al gato que no ha de subirse en la encimera. Que haga lo que le dé la gana, ¿no dicen que los gatos se parecen a los dueños? Creo que es más bien al revés; yo antes no era tan pasota, ahora me da igual dormir entre un montón de libros arañados y ropa usada. Pero bueno. Solo espero no quedarme bizca. ¿Y ahora qué? Estoy sola y ni siquiera me apetece seguir bebiendo o masturbarme. Me encanta el silencio y a la vez lo odio. Vuelvo a pensar en él, y luego en él, y luego en él… Definitivamente necesito follar con alguien diferente a mí. También necesito que me den un par de hostias. ¿Qué es eso de volver a ser yo? Se supone que yo había avanzado en esto de vivir, y sin embargo sigo escuchando canciones de voces roncas y guitarras desafinadas. Os juro que he intentado de todas las formas dejar de ser yo pero no ha habido manera. Me siento tan segura entre todo este desastre; necesito volver a él tanto como necesito salir de él. Me apesta el aliento a desazón, no quiero dormir. Ojalá estuviera él aquí, o él, o él, o él… Está tan vacía la cama que me da miedo tocarla. Y como siempre él me espera, y me llama, y al final me siento y empiezo a escribir poemas mal paridos, que arrugo o rompo y hago desaparecer para siempre en la basura. Y me paso a la prosa solo para comprobar que es igual de patética que el verso.
Al final el gato se ha bajado de la encimera sin decirle nada. Es listo, aunque quizás no lo suficiente como para no venir conmigo. ¿Qué clase de caricias podrían propiciarte unas manos agrietadas incapaces de sostener un desaliento? Incapaces de sostenerse a sí mismas. Debería ser divertido colgar sobre un abismo sobre el que sabes que no vas a caer. Me cuesta reconocerlo pero al final lo hago: necesito a alguien que me abrace en noches así. ¿O existen noches así porque no hay nadie que me abrace de la forma que yo quiero? Prefiero negar todo esto y fingir que no ha pasado. ¿Pero es que supone un retroceso? ¿Tanto cuesta reconocer que nos falta amor? ¿Qué nos faltan, por lo menos, poemas donde escupir? Me encantaría decir que puedo mearme en las paredes sin que luego me incomode su olor, o que puedo saltar sin miedo a torcerme un tobillo al caer –soy tan torpe-, pero no es así. Sufro cuando veo que mis sueños se pueden conseguir. Me gusta hablar de mí al papel para entenderme y también me gusta robar en los centros comerciales. A mí nunca me sirvió de nada vestir como una puta o ser simpática. En realidad me pregunto si ha servido de algo todo lo que he hecho a lo largo de mi vida. La respuesta no es agradable. La vuestra es posible que tampoco a no ser que podáis afirmar que sois felices y haya alguien que lo verifique con un tic. ¡Cuántas páginas he pasado ya! A veces hacia atrás, he de decirlo, pero es que siempre solían estar en blanco y me aburría terriblemente pensar que las siguientes pudieran seguir siendo así: vacías. A veces me sorprendo encontrando letras en este libro imaginario que me han obligado a tener, y entonces soy un poco feliz (me da miedo afirmar que lo fui realmente, no sé por qué). A mí es que me resulta más cómodo que me pasen las páginas, ese es mi problema. Yo soy más de quemarlas, soplar las cenizas y luego lamentarme y buscarlas minuciosamente para volver a reunirlas e intentar reconstruir la hoja, sabiendo que es del todo imposible. Soy así de ingenua. Soy de comerme al sapo para que no pueda convertirse en príncipe y luego echarlo de menos, ¡echar de menos algo que nunca ha existido!
La mierda sigue siendo la misma de siempre, pero hoy la percibo un poco más, hoy formo parte de ella un poco. Hoy ya es mañana, mi gato me espera en la cama y yo tengo que convencerme de que nunca nadie va a descubrir que escribo cuando percibo en las tinieblas unicornios derretidos o avisto manchas en leves resplandores. Creo sinceramente que nadie va a descubrirlo porque nadie va a molestarse en buscar en mi basura. De todas formas las palabras no se dejarían atrapar; huirían como la dueña huye cuando las crea. Se pasan el día chillando para nada. Mi gato ronca ya, y aunque nunca he soportado los ronquidos no puedo rechazar el amor inexistente que me proporcionan sus dos patas peludas. Para mí es suficiente. O no.
Apago la luz
                                                            y me apago con ella.

                                                                                                                                           un día más. 

4 comentarios:

  1. De acuerdo estoy con el anónimo anterior. He llegado por twitter y déjame decirte que este pedazo de texto es una pasada. Está muy bien escrito para mi gusto, expresa muy bien la decepción y la amargura y conmueve y hace reír.

    Saludos.

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