Ana no paraba de llorar y yo no sabía que hacer. Le había dejado el novio; hacía mucho tiempo que yo no pasaba por algo así, por lo que estaba desorientada.
-No te pongas así, Ana. Estas cosas pasan... ha dicho que podéis ser amigos. Mira, al menos has ganado un buen amigo.
Mis palabras no parecían tener efecto alguno sobre ella, me pregunté si mi presencia servía de algo. Pero tenía que seguir intentándolo.
-Es un hijo de puta. Mándale un mensaje y dile que se vaya a la mierda. No te merece, Ana, dile que estás mucho mejor sin él. Díselo a ese capullo.
Ana empezó a llorar con más fuerza. Me quedé un rato en silencio. ¿Qué podía hacer yo? Se me habían agotado los recursos. Sin saber muy bien por qué, cogí una almendra del cuenco y se la metí en la boca.
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