martes, 16 de septiembre de 2014

Yo sé que tú tenías vida...

Me siento tan cansada, confusa, humillada, indignada, furiosa y triste que no sé por dónde empezar. Y es que vengo de Tordesillas, del Toro de la Vega, o como yo prefiero decir: de ese lugar donde han matado, una vez más, a un toro a lanzadas. Esta vez le ha tocado a Elegido. Llegamos con mucha incertidumbre -cuatro chicas más y yo, que compartimos el coche y a las que me referiré como "las chicas"- sin saber lo que nos íbamos a encontrar aunque intuyéndolo. Pero os aseguro que cualquier intuición no sirve con lo que en realidad vives allí. El corazón desbordado en un ambiente taurino a más no poder. El pueblo infestado de gente, en un ambiente hostil donde todos te miraban a la cara para barajar si eres de "ellos" o de "los otros". En la plaza encontramos a un grupo de personas que ya están gritando por la abolición del festejo, rodeados de taurinos. Nosotras preferimos no involucrarnos, todavía. Indecisas, vamos de un lugar a otro, nos paramos, hablamos con más gente que se ha desplazado hasta allí, no tenemos ningún plan, o mejor, ningún plan parece servir ahora, que nos vemos acorralados. Siento miedo. Miedo de que me identifiquen, no la policía, sino los taurinos, lo cual es bastante fácil por el estilo de la ropa, aunque nos hemos esforzado en ir lo más normal posible. Muchos de ellos, jovenes o viejos, van con bastones con pegatinas, vestidos de fiesta, de encierros, subidos a caballos y portando lanzas... Algunas lanzas da miedo verlas, de lo largas y afiladas que son -unos 50cm, lo que creo que es ilegal, pero para qué vamos a hablar de legalidad-. Me acerco a un caballo cuyo lancero, montado sobre él, se ha parado a hablar con alguien. Miro a los ojos al animal, parece ausente, acostumbrado a aquello. Le miro las riendas que lleva en el hocico, le levanto la cadena que va por debajo de su barbilla y veo que tiene una herida con sangre que debe de escocerle al tener la cadena ahí incrustada. Pero no se queja, ¿quién iba a escucharle, de todas formas? No para de sonar música taurina por los altavoces que me está provocando un leve dolor de cabeza. Eso no puede ser bueno para la salud, mi cerebro lo sabe. Anuncian cada dos por tres el famoso torneo del Toro de la Vega, que será a las 11:00. Al rato, vemos que hay jaleo en torno a la rotonda de antes, nos acercamos: están desalojando a los activistas que protestaban. Yo voy con el móvil en la mano, me pongo en primera fila y lo grabo. Grabo y oigo cómo todos los hombres que me rodean, la mayoría de avanzada edad, insultan y humillan a los que van sacando por el "paseito" del recorrido. Les llaman de todo, en especial insultos machistas. Un repaso, así por encima: "¡Guarra!""¡Zorra!""¡Vete a tu país!""¡Tírala al río!""¡Déjala caer, hombre!"(a una chica que llevaban en volandas)"Depílate el chocho""Vete a limpiar". Algunos activistas van sujetos por los brazos por los agentes, otros van andando (pero acompañados), a otros se los llevan en volandas... Cuando empiezan a molestarme algunas personas, pues he levantado sospechas tras 3 minutos de grabación, nos vamos. Seguimos sin saber qué hacer, ¿esperar que salgan espontáneos y unirnos a ellos para taponar alguna zona? ¿qué? La gente empieza a correr, uno de los caballos que monta la guardia civil parece haberse asustado, lo que por otro lado es lógico, todo está lleno de gente y no  precisamente tranquila. Tras otro rato de indecisión nos enteramos de que están taponando el puente y nos dirigimos hacia allí sin dudar. El problema es que hay que pasar por el recorrido, en medio del vallado tras los cuales todos los taurinos, ya caldeados, esperan la salida de Elegido e insultan a los que pasan. Todavía vamos caminando, rápido, con decisión, por entre los insultos y los guardias, que traen gente, cuando noto que alguien me coge del brazo con fuerza y tira para impedirme avanzar. Siento pánico y me hace mucho daño, inmediatamente le digo al guardia civil que no me toque, un hombre adulto pero joven, con gafas de sol y mucha mala hostia, delgado pero musculoso, y no demasiado alto. Me intento soltar y le grito, pero él me zarandea con saña, me sigue apretando de una forma, a todas luces, desproporcionada: resulta evidente que no solo está haciendo su trabajo sino que se lo ha tomado como algo personal. Me suelta y me coge otro, que me trata de forma más humana mientras me sigo quejando y arrastrando, pues tengo claro que encima no les voy a facilitar el trabajo. Me sueltan junto a un pequeño grupo, aún en el camino del vallado, nos sentamos y nos agarramos para ofrecer resistencia. Al final nos sueltan uno a uno y nos llevan, a mí entre dos, uno por cada brazo, mientras suelto las piernas y me dejo caer, y ya de paso la "gente" me insulta. Casi estamos llegando donde nos iban soltando a todos, ya fuera del recorrido, cuando me cogen otros dos policías de las piernas y me llevan en volandas. 4 personas para sacar a una chica de 48 kilos. Me siento satisfecha. Junto a los demás activistas, me miro los brazos: completamente doloridos y rojos, lo cual no me importa tanto como el recuerdo del primer guardia que me cogió, que ejerció la ley por su propia cuenta ensañándose con una agresividad cuya procedencia no quiero entrar a valorar. Me cago en sus muertos y sigo adelante. Las chicas están también conmigo. Hemos conseguido retrasar el evento, pero desde que entramos en Tordesillas supimos que no íbamos a poder evitar la muerte de Elegido... Sencillamente eran demasiados. Suenan los cohetes de salida. Impotencia y rabia contenida. Los activistas ya no molestamos allí, estamos parados sin saber qué hacer, quiero gritarles a todos que se muevan, que tenemos que hacer algo, algo más. Algunos se han ido hacia la vega, donde lancearán al toro, y algunos vuelven para informar de que están agrediendo a algunos compañeros. Una de las chicas dice que un policía ha dicho, literalmente, que si vamos hacia allí lo que pase es cosa nuestra, allí no pueden protegernos porque "no pueden ir". Eso significa que los taurinos podrían habernos dado una paliza y ellos no hubieran hecho nada. Lo cual es más o menos lo que sucede... Bajando una pequeña rampa de tierra hay varios policías que pretenden que no pasemos a la explanada para acceder a las talanqueras, detrás de las cuales están ya los corredores y lanceadores. Yo corro todo lo que puedo para ir allí, junto a los otros que están, y animo a la gente con señas. Al rato vienen corriendo en estampida, sorteando a los policías, lo cual me emociona un poco a pesar de la tensión. Sin embargo... ¿qué podemos hacer ya? Sin saber muy bien cómo ni por qué, veo en el cielo piedras y objetos que vienen o van y salgo corriendo lo más lejos posible. Detrás de unos matorrales hay un hombre meando y se sorprende. No quiero correr más peligro así que me vuelvo con las chicas, lejos de la vega... Me dicen que han visto a una chica muy grave, sangrando, y que nadie hacía nada, solo los activistas intentaban acercarla hasta la ambulancia como podían, y mientras los policías han ido corriendo a la zona de conflicto a cargar o a formar un cordón (¿no decían que no podían ir?¿en qué quedamos?). En fin, que asustada, cabreada y desilusionada, empiezo a pelearme verbalmente con los pocos taurinos y taurinas que también estaban viendo el espectáculo desde allí. Un hombre adulto con una vara (con la que posteriormente amenazará a una mujer que le reprochaba) y su hija de unos 7 años al lado está discutiendo con algunos de los nuestros, que le critican la educación que les están dando a sus hijos y exigen que se lleve a la niña, que está callada pero llorando, lejos de aquel lugar donde se maltrata a los animales. Al final se acaba yendo, no sin callarse. Y seguimos discutiendo con otros. Oigo comentarios de activistas que han sido agredidos físicamente por gente del pueblo, ya sea con empujones, bofetones, patadas... No les basta con la vejación verbal y con el acoso sutil. Esto me lleva a plantear una cuestión... más allá de que la muerte del toro en semejantes condiciones sea una tragedia: ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Qué hay...? Hay, como mínimo, una educación basada en la violencia y muy arraigada, la violencia hacia lo diferente. No sienten empatía hacia un animal que está sufriendo, y al que se creen con derecho a maltratar por diversión, solo porque es diferente a ellos -de otra especie-, de la misma forma que se ríen y maltratan a los que no pensamos ni somos como ellos. La prueba es que siempre que quieren atacarnos aluden a nuestro aspecto, a nuestra condición de mujeres (machismo, el hombre es inferior a la mujer), e incluso se inventan cosas que nos atribuyen, como que somos unos gandules, okupas, que estamos pagados... para justificar su actitud hacia nosotros, para justificarnos como "malos". Uno de los argumentos más patéticos que he escuchado hoy, y por desgracia se sostienen a menudo es "¿Qué pasa con los niños que pasan hambre?¿Y qué pasa con las guerras?" ¿Qué tendrá que ver? Que haya atrocidades en el mundo no justifica las cometamos nosotros y más aún si son temas sin relación alguna. En resumen, viendo la educación y el 'paleterío' de la generación más vieja en ese pueblo, no me extraña que las siguientes sigan el mismo camino, y más cuando se castiga al diferente (como ha dicho una periodista agredida, yo temería hasta por mi vida si viviera allí y tuviera que declararme antitaurina). Pero todo esto sucede por una razón más... porque los políticos lo permiten con sus leyes absurdas. Hoy es un día de decepción profunda con la humanidad. Si bien he visto cómo hay gente buena dispuesta a soportar vejaciones por luchar en lo que cree, en un mundo mejor, no ha sido suficiente: ellos, los ignorantes, los que no han podido o querido liberarse de las imposiciones culturales, de las creencias predefinidas, para buscar sus propios valores... ellos son muchos más, y van ganando. 
Al volver en coche, vimos en un prado un montón de toros pastando bajo el tenue sol del día nublado, y una de las chicas dijo: "Míralos qué tranquilos están...¿a que no molestan a nadie?"
Yo no he visto los ojos de Elegido aunque haya estado allí, luchando por su vida, pero he visto los ojos de la humanidad... y me ha guiñado uno.
"Herido está de muerte, el pueblo que con sangre se divierte"- Juan Ramón Jiménez.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Desconcierto

Está a punto de formarse un poema
en el centro más íntimo del caos
de mi pecho –es como un ovillo
de colores deshecho
pero todos los colores son el negro.
Está a punto de formarse,
como si alguien, algo, no sé,
fuese a ponerse a tejer con él.
Dibujará mariposas con mi angustia
que se derretirán con este calor que yace
junto a mí.
Será un poema de miel y de mar
que nadie, nadie entenderá.
Y yo tendré que ponerme gafas
para quitármelas y estamparlas,
de repente, contra el suelo,
para romper sus cristales y fingir mi indignación.

Perder es siempre encontrarse de cara. 
O era al revés...