Entonces, ¿es la felicidad el
placer? ¿Acaso una mentira, un invento del hombre, un consuelo? Supondremos que
alguien se ha sentido feliz alguna vez, mejor: lo ha sido. ¿Eran momentos
efímeros o un estado duradero? ¿Cabe en la felicidad la tristeza, el dolor, o cualquier
otro sentimiento que no nos es agradable? Si fuera así, diríamos que es un
estado que se prolonga en el tiempo. Sería, por tanto, una percepción del
propio individuo, una filosofía arraigada en él, a la que llamaremos,
básicamente, su vida. Y como no hay vida
sin dolor o padecimiento, la felicidad habrá de convivir con ellos
necesariamente. No hay milagros. Como he dicho, me gustaría participar en este
juego de respuestas y decir que, sea o no yo feliz -no olvidéis que uno puede hacer con su vida lo que quiera independientemente o no esto encaje con sus propias teorías o pensamientos-, quizá sepa lo que es la
felicidad.
Felicidad es rodar por el césped
sin miedo a aplastar una mierda. Es detener la mente y empaparse de todas las
cosas que suceden alrededor como un mero observador. Ver cosas que antes
no estaban allí. Es sentirse en un nivel de conciencia superior, de tranquilo éxtasis.
Es reír, es llorar. Dar puñetazos a una pared y saber que la pared va a seguir
siendo pared y tu puño un puño. Felicidad es que no te importe nada y te
importe todo al mismo tiempo. Es, en definitiva, no necesitar
explicar lo que es felicidad. Ni mucho menos demostrar que se es feliz.
No intentes alcanzarla, es
absurdo, simplemente sé la felicidad. Sin engañarte, sin banales ideales que
nunca alcanzarás. Tampoco la esperes, no es como el cartero o el mal tiempo,
que tarde o temprano vienen. No la esperes porque la felicidad no va con quien
la espera o necesita, no siente compasión, va a su bola, no se deja coger. Su
función, si es que tuviera, es contener a aquellos que realmente la comprenden;
acogerlos en su seno o ser acogida por ellos en una perfecta armonía donde todo
cabe. Lo que menos, el miedo o la debilidad.
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