lunes, 26 de octubre de 2015

Nicolás

El maullido ronco de mi gato…
¡su ronco maullido!
¿Volverán sus cuerdas vocales
a funcionar?
¿Tendré que llorar?
Son cuerdas de arpa
que cantan sensibles
a la luna,
pero mi gato se equivoca
y en lugar de mirarla a ella
me mira a mí a los ojos,
pero mi gato se equivoca
y en lugar de preferir los bosques
se acurruca en mi regazo
ahora,
antes,
luego,
siempre.
En sus catorce años
mi gato a atormentado a mucha gente
con su fino arte del maullar,
quería que le abriéramos las puertas,
que le sirviéramos su comida,
exigía comer también la nuestra,
pero ahora
ahora apenas se le oye.
Su voz de anciano es algo roto
que suplica,
y a veces ni siquiera sale nada
de su boca,
más que un sonido es un aliento
que sufre de silencio.
Pero yo le oigo a mi gato,
yo le oigo:
veo cómo se le hinchan los pulmones,
como exhala su comentario
del momento
y actúo en consecuencia:
le abro la puerta,
le sirvo su comida
y a traición le limpio los oídos
si me acuerdo.
Yo sé que él dibuja con sus huellas,
por toda la casa,
un mundo donde yo pueda vivir
con cierta calma.
Y porque él sabe que su voz
soy yo quien la guarda
no tiene nada
que
temer,
¿verdad?
¿Verdad que no te vas a ir ya...?

jueves, 8 de octubre de 2015

Pintar de sangre el cielo

Me bajo en Chamartín y me siento al sol mientras viene el siguiente tren, cuando oigo un ruido terrible, como si viniera un avión a estrellarse directamente contra mí o a bombardearnos. Es un caza y ya ha pasado varias veces en diferentes direcciones. También han pasado un par de aviones más grandes, como si estuvieran desplazándose a alguna guerra. Me parece un estruendo horrible; mira, ahí van uno más y un helicóptero. Y el del caza seguramente quiso ser piloto para utilizar ese juguetito mortífero por placer. Por un momento sentí que estaba en Gaza o en Siria, donde ese es el día a día, donde mirar al cielo supone intuir alguna bomba. 
De pronto un ruido muy grande, un avión puntiagudo (con alguien dentro que lo dirige, esto es importante) que lanza algo, que cae, en un par de segundos, más lento que nada que hayas visto nunca y ¡BOOM! Alguien ha decidido que tu suerte tenga más sinsentido del que le correspondería por azar. Probablemente tu familia está muerta, ¿hay tiempo de buscar en los escombros? Si no has tenido la suerte de morir, estarás vivo o tendrás algún miembro amputado, y solo te quedará correr. Correr como si existiera la posibilidad de huir. 
Porque no olvidemos que alguien conduce un caza en algún lugar del mundo.