Imaginad que tuvieseis la oportunidad de adueñaros de un cupón de lotería premiado sin que se sospeche de vosotros, y la posibilidad de canjearlo garantizada. El cupón es de alguien conocido, alguien a quien queréis o como mínimo apreciáis, en mayor o menor medida. ¿Lo haríais? ¿Os apropiaríais de él o dejaríais que la otra persona se beneficiara? Lo más probable es que no compartiera el premio con vosotros, pues la amistad tiene ciertos límites y uno de ellos es el dinero. ¿Podríais vivir habiendo hecho eso? Seguro que sí, tendríais muchos millones. Posiblemente algún ingenuo esté pensando en devolverlo. O peor: en donar el dinero a una asociación de buena voluntad. Venga, es solo dinero, y precisamente por eso no pasaría gran cosa porque el beneficiario fuerais vosotros y no la otra persona, ¿verdad? Además, ¿por qué iba a merecerlo ella más? Pero es solo dinero y si hiciéramos lo justo, esto es devolver el cupón a su dueño, también podríamos seguir con nuestra vida incluso sin remordimientos. Y no nos arriesgaríamos a sentirnos peor que un gusano perdido entre un montón de tierra seca. Dinero o amistad, ¿qué vale más? Como siempre, el interés. Podemos hablar de que es cuestión de supervivencia, de la selección natural, la ley del más fuerte (a pesar de que esto no es más que suerte, azar en esencia). Más allá, podemos considerar la amistad en sí como una cuestión de recíproco interés, el deseo de sentirse bien acompañado, el mero placer, la confianza en alguien que puede robarte un cupón premiado en cualquier momento... Todo eso nos hace sentir bien, tan bien como nadar en billetes que con toda probabilidad merecemos.
Pero ya está bien de reflexionar, yo he venido aquí a recomendaros una película: Despertando a Ned. No voy a decir que os gustará porque os podrá parecer una mierda. Me limitaré a decir que para mí mereció la pena verla, y os dejaré una magnífica canción de la banda sonora para vuestro completo disfrute así como una imagen de la escena más graciosa de la película.
Sin más dilación me despido, gracias por vuestra humilde y valiosa atención.
S.
En este caso se puede argumentar que la persona no hizo ningún esfuerzo y por lo tanto no le quitas algo que haya logrado por mérito propio. Si suponemos, por ejemplo, que ambos comprasteis un cupón y a él le tocó y a ti no, ¿cómo podría argumentar nadie que merece el premio más que tú cuando es cuestión de simple azar? Si tú no compraste cupón entonces no tienes derecho a hacerte con él. Pero esto depende de los lazos que te unan con el dueño del cupón, supongo. Y de lo tolerable moralmente que encuentres dicho hurto. Pero lo cierto es que cualquier atrocidad se puede racionalizar, por muy aborrecible que nos resulte a primera vista. Sólo se necesita talento para la retórica. Pese a eso, dudo que ninguna ley te lo permita.
ResponderEliminarNo conocía la película, pero si no me equivoco La comunidad, de Alex de la Iglesia, trata de un tema similar.
Entonces, según tú, el problema está en que ambos compráis un cupón, y a uno le toca y a otro no. Pero el cupón que compró le pertenece, igual que a ti el tuyo. El hecho de que haya dado la casualidad de que tú también compraras un cupón no te da más derecho a quitarle el suyo que si no hubieras comprado nada.
ResponderEliminar"cualquier atrocidad se puede racionalizar", me gustó esa frase. La gente en esos casos suele pensar que racionalizar es dar la razón, y eso me mosquea. Es como si fueran a perder un brazo por intentar comprender algo aunque no lo compartan, ¿no crees?
Miraré de qué va la película cuando termine túyasabesqué.
Grasias por leerme, voy a terminar llamándote Visitante Único.