No me sale la poesía,
me he esforzado tanto
y no me sale.
He pensado tantas palabras:
bosque, cabra, tractor,
mariposa,
pero no encajan.
De la vergüenza
que me ha dado
me he escondido
y he dejado de escribir.
¡Qué dirían de mí
aquellos poetas que saben
que sí!
Que lo suyo es esto:
versos pulcramente refinados,
cada palabra justo encima
de la otra, las vocales
enlazadas también.
Ninguna imperfección,
todo encaja,
todo suena bien;
sus rimas sin polvo,
sus líneas sin torcer.
¿Y yo qué?
Yo estoy destinada a perder,
lo sé;
porque la poesía me pierde,
me escupe,
me abandona a mi merced.
No me quiere,
ella tampoco me quiere,
pero esto vez no me iré,
o me iré sin hacer ruido.
En cualquier caso
nunca lo sabréis,
como la lluvia nunca sabe
dónde va a caer.
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