sábado, 9 de julio de 2016

No, no y no

No te necesito, ¿vale?
No necesito a nadie.
Si acaso un “buenos días”
en la mañana,
un buenos días de cualquiera,
me basta para dejar
de tener vida social
las próximas tres semanas.

Conmigo me basto
y te sobro.

No necesito que me hables
de las rosas de tu pueblo,
las disparo con mi mente
¡pum!
no las quiero.

No necesito
que me robes los besos
como si valieran algo
más que mis pestañas;
a estas alturas todos saben
que mis pestañas
no cumplen deseos:
los destrozan.
Por eso huyen despavoridos
cuando las lanzo,
pero a mí me divierte.

No quiero
despertar junto a ti
y ver que me estás mirando,
porque me siento incómoda
cuando me huele el aliento.

No necesito oír
tus carcajadas de sapo,
ni tus cielos,
ni tus árboles
cuyas ramas están
un poco secas.

No necesito recordarte
sonreírte
acobardarme ante tus miedos
o ante tu voz grave,
hacerme estúpida
para hacerte feliz,
no necesito
tus manos calientes
enemigas de mi frío
no necesito
ese refugio
caliente...
Pero ven por si acaso.

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