martes, 20 de octubre de 2020

Pelillos a la mar

Soy una mujer sin miedo.

¿Debo sentir culpa

por no temer a un virus,

cuando he sobrevivido 

abismos desiertos e infinitos

y castillos plagados

de fantasmas caníbales?

 

¿Habría de considerarme indigna

por no pedir,

con un hilo de voz,

que alguien me rescate o me proteja

de los demás humanos

cuando son

la única razón por la que vivo,

en tanto que soy un animal gregario?

 

Me van a perdonar

si todavía disfruto

con una gota de lluvia,

si no comento las noticias

tanto como gustaría,

si no les bailo el agua


a los de arriba.

 

Pido perdón

por todos los pecados cometidos

de los que no me arrepiento.

Entre ellos: ser una mujer

sin miedo.

 


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