miércoles, 2 de julio de 2014

Susurros del subsuelo

No sé si será ésta la noche –definitiva-,
ésta la hora,
o si seré yo la persona
que trepe por los versos que tiende aquella luna.
Lo que sé es que soy yo la que se muere
de frío ahora, en esta sombra.
Siento… siento como si fuese yo una arruga
que alguien trata de estirar, pero no puede
y suelta,
y del tirón me hago más chica
y enmudezco.
Y quiero mirar tus ojos
pero jamás oír tu voz,
y quiero tocar tus manos







con las mías,
pero me parecen absurdos los grillos
que tratan de cantar,
absurda cualquier forma de luchar.
Es por eso que mis manos cuelgan,
es por eso que mis labios callan
con la mariposa azul de la tristeza.
Y sigo mirando tu ventana,
pero no te llamo,
y es
por eso
que quiero oírme pero nada escucho.
¡Callad, callad!
Parece que algo me viene a buscar…
Es un perro viejo y huele mal,
pero con él no me hace falta hablar,
ni pensar,
ni siquiera ser algo.
¡Espera, perro viejo, perro hermoso!
Creo que no es noche de versos
ni de luna: iré contigo.
Mas solo si me llevas a algún charco,
al charco más sucio donde mirarme.

(Y al final son las manos las que callan,
mi boca te toca con estas palabras
que tanto odias
y mis ojos… a mis ojos los cubren dos ojeras
como párpados de piedra que quieren
ser mordidos por tus manos,
tocados por tus ojos,
hablados por esas palabras tuyas
que tanto odio).

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