martes, 3 de mayo de 2016

Vomito latidos

No me conozco, pero estaría encantada.
Hasta el momento soy una perturbada
tratando de explicar a su gato
por qué no puede ocupar
su sitio de dormir.
“No le importas a nadie: ni a Aristóteles,
ni a Kant, ni a Rawls…
Los gatos no podéis razonar, escribir
poesía, enloquecer…
¡No tenéis alma!
Yo, mi persona, tú...”
Y hablar palabras,
hablar, hablar en voz alta
que se cuelgue de las lámparas.
Y luego reír,
con los ojos inyectados en
“no sé qué coño
está pasando...”

1 comentario: