lunes, 4 de noviembre de 2013

Todo predispuesto para nuestra venIDA

Pasó un señor en una bicicleta. Tenía que ir hacia lo verde, me llamaba. Tenía que tumbarme en eso que parecía blandito. Tenía que leer. El sol se posó un momento sobre mi cara, el sol se posó un momento sobre las ramas rotas en el suelo cubiertas de oro. Tenía que perderme en el laberinto. Pasaron unos perros dueños de una mujer, la hierba crecía verdísima hacia arriba siempre. Tenía que oírse el grito del elefante prisionero que levanta el pie. Me senté en un árbol, bajo un árbol, los árboles torcidos no se enderezaron. Solo había un color, solo uno, y se veía tan claro que daba claridad a lo demás. Sin luz, era clarísimo. Con niebla, dulcísimo. Los pájaros comían muy libres de hojas que no les habían sido ofrecidas. Yo, bajo el árbol, sus trinos perdiéndose en el tumulto verde y bello; las presencias de ellos desfilando invisibles junto al camino. El bolígrafo que escribe señores perdidos que aparecen de repente y siguen siendo nadie aunque tú los hayas visto. El sol que quería hacerse un hueco en el paisaje puesto en su lugar. Tenía que continuar, hasta las escaleras, un poco más. Huir de las rejas. Saber que al otro lado hay una carretera que no lleva adonde quiero. Las ramas como engaños, los engaños como algo cómico que te pones cómicamente cada mañana del día cero del año cero. Pasó un pensamiento, pasaron dos, pasaron nubes negras, se quedaron, todos, amenazaban bellotas en troncos negros de podridos. Sus pies contra el suelo, y los míos contra el suelo pero alejándose de ellos. Y los suyos rozándolo levemente, los míos estrellados contra él. Y el sonido del tren. Y todos mirando y nadie viendo.  

2 comentarios:

  1. Para mí, unas líneas insuperables. Ya sabes que me estoy haciendo muy fan tuyo, espero que no se te suba a la cabeza jeje.
    Un saludo, sigue escribiendo.

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  2. Vaya, cuánto tiempo sin verte por aquí. ¡Cómo iba a saberlo entonces!
    Grasias :)

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