jueves, 2 de junio de 2016

Trabajo a jornada incompleta

 «-El ser humano no puede estar inactivo. Mira, yo conozco una chiquilla, hazme caso, que yo entiendo de esto, que yo sé de la vida, una chiquilla que se está desintoxicando. Treinta años de porros. Y tiene una agresividad que ya es imposible. No tiene trabajo. Yo digo, y esto lo digo siempre, y no dejaré de decirlo porque es la pura verdad, que quien quiere trabajar lo encuentra. Pero la gente quiere estar inactiva, no hacer nada. Luego pasa lo que pasa: se deprimen y son infelices.
 
El conejo la miraba atentamente desde el sofá. Se sacudió una oreja.
 
-El otro día -prosiguió ella - mi amiga Nieves me decía: “pues yo quisiera un tiempo para no hacer nada. Un tiempo para mí...” Pero cuando se es joven es lo que toca. Trabajar. Luego, cuando no se pueda, ya habrá tiempo para estar tranquila.

El conejo se revolvió en su asiento e, impulsándose con las dos patas traseras, bajó de un salto del sofá, no sin dejar algunas diminutas bolas de caca en su lugar.»

Como habrá comprobado, mi fiel lector o lectora, la protagonista del presente relato confía ciegamente en que la felicidad consiste en ser productiva. Sin embargo, ni siquiera ella misma se atrevería a definir esa palabra: felicidad. Y acaso todas sus cavilaciones se dirijan a un mismo fin: escapar del abismo. ¿Será la felicidad esto, escapar simplemente del abismo? Pero ¿cuál? ¿Será la infelicidad? Si es así, ¿no es también infelicidad el no sentir placer? ¿O que estos sean, tan solo, muy fugaces? ¿Qué clase de persona puede ser feliz, o libre, si no se conoce a sí misma? Y ¿cómo conocerse si no se tiene tiempo? ¿Cómo esparcirse?
¡Ah… cruel convencimiento! Despiadado él, que habita en las gentes a las que no les queda más remedio que ganar con sudor el pan, a menudo sufriendo, y les convence de que es eso una virtud. La única virtud, incluso. El resto no importa (o, bueno, importa menos) para estar bien. Cumplir con el deber, tal es nuestro destino. Un deber para con uno mismo, para con una misma. Pero ¿exclusivamente? (cuál es, entonces, decidme, el gran mecanismo de la sociedad. Que yo me entere). ¿Quién ha puesto en el mundo los hilos de tal premisa, que se supone que debe manejarnos? ¿Se puede escapar de ella y ser feliz? ¿Existirá alguna persona feliz y ociosa (ociosa y feliz) que nos desmonte semejante teoría? ¿O nos hemos tenido que convencer de lo contrario, porque nadie nos ha enseñado a ser libres, o a ser individuos, y entonces, cuando nos falta el trabajo, es por eso que morimos...?

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