No quiero ser tragedia
como lo puedan ser las vallas o
las hadas,
los cuentos, las historias que
dejamos
a medio terminar, las que ni
siquiera
se comen los perros, porque no
tenemos.
No quiero no poder identificarme,
señalarme con el dedo el pecho y
decir
“esto es aquello”. Imagino
que me muevo por el mundo como
alguien
que se conoce, y realmente me
conozco
pero no me sé.
Y fíjate, que nos acusan de
traición a los poetas,
por traición al mundo, a la
verdad,
y nos dicen poco profundos,
pues tan profundos queremos ser.
Pero basta, basta de música que
no dice nada
y nos deja decirnos a nosotros
y saca lo peor del alma, que es
la melancolía
de nosotros mismos, que son los
ojos
como cristales quebrados que se
quieren chocar
unos con otros para reconstruirse
acaso.
No, yo no quiero ser tragedia,
quiero encontrar ese algo
por lo que merezca la pena morir:
la vida.
Quiero encontrarla, pero ahora no
puedo,
quizás mañana, como ayer, que la
acaricié
con los dedos y los párpados,
un poco brusca tal vez.
Sin embargo es tan bello que
sepamos que está ahí,
que va a aparecer en cualquier
momento,
cuando se canse de estar
agazapada entre gazapos
que aún no han crecido lo
suficiente como para llamarla:
es por eso no los ha abandonado.
Me ha gustado mucho. Me he pasado por tu blog de forma ocasional y chica, tiene algo tu forma de escribir.
ResponderEliminarMuchas gracias ^^
ResponderEliminarNunca había hablado yo con un día de la semana.
Ya tienes algo que añadir a tu libreta de cosas con las que no habías hablado todavía.
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