jueves, 17 de abril de 2014

Tener la mano muy larga

La luna está detrás de un trozo de costra
y mi brazo no es lo suficientemente largo
para salvarla.
Parece
que los patos vuelven a tener
forma de nube;
maldita distorsión la que me aflige,
supuro realidad,
camino a solas
entre escondrijos desgastados
y a veces los ecos dicen algo
sobre mí
que yo no escucho,
pues me estoy revolviendo en un trozo de piel
que se ha desprendido de mi cuerpo
y que, en esta noche fría,
al menos en ésta, me sirve de cobijo.
Ya se han ido las nubes de pato
y la han dejado sola,
ahora la miro y me mira
y no pasa nada,
porque ni siquiera dos humanos pueden jamás
llegar a encontrarse,
por muy largos que tengan los brazos.

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