Acabar con los patriotismos.
Reconocer al otro
por las líneas de la palma
de su mano,
que son muy parecidas a las tuyas.
No quemar las banderas:
reciclarlas,
cortarlas en retazos
y coserlas todas entre sí
para formar la funda
de un edredón bien calentito
con que abrigarnos todes
cuando quedemos para dormir
al aire libre
mirando las estrellas.
Y si, aun así,
alguien tuviera frío
a la persona más cercana
y acurrucarse en ella.
Abajo las banderas,
porque un país no es más
que una vasta extensión de tierra
que no nos pertenece más allá
de la que pisan nuestras suelas
-y ni siquiera eso-.
Porque sí,
quiero conocer
todas vuestras costumbres,
todas vuestras lenguas;
incluso yo quiero sentir
que pertenezco a algo…
Pero insisto: mirémonos las manos.
Donde termina nuestra piel
comienza el mundo,
no pongamos más límites
que esos.
Ni donemos tan gratuitamente
la libertad infinita de los pueblos.
Nadie puede decidir mejor por ti
que tu propia cabeza.
Que sin banderas ya no habrá,
compañera,
ninguna tela que poner
en el palo de las guerras.
Que, óyeme bien,
no estoy soñando.
Lo que ocurre es que
despierta
tengo ideas locas
que pueden hacerse realidad.
Una bandera por si sola o significa nada... Que cada uno sea libre de elegir... Saludos 🙋
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