miércoles, 4 de diciembre de 2013

Unas lucecitas, eso es todo

Estoy en el tren. Es de noche y contemplo las anaranjadas farolas en las calles que se ven tras el cristal. Pienso en la Navidad, ¿será éste el encanto de la Navidad? La belleza de las luces anaranjadas en las noches frías, en los días pálidos y fríos. De repente desenfoco las luces y veo que alguien me mira desde el cristal. Soy yo. Me muevo para comprobarlo, pues resulta inquietante. Los labios sonríen ligeramente en una especie de sopor. Los ojos tienen ojeras… definitivamente soy yo, esta cara de demente soy yo. Los ojos cansados sobre las ojeras luchan por encajar con esa vaga sonrisa, intento abrirlos un poco más, pero no se mueven, a pesar de que yo noto cómo se expanden. El pelo cae oscuro a ambos lados de la cara, la protegen, pero no la cubren. Ya no puedo ver las luces, se han ido, ya solo puedo verme a mí sobre algo negro y me invade una sensación de pánico al pensar que no voy a poder escapar de esta imagen mía. Y quiero volver a ver las luces, quiero ver las luces, el exterior en mí y no a mí en el exterior.
No puedo soportarlo más y me bajo en la siguiente parada, no sin cierta torpeza. El frío me abofetea la cara y mis manos vuelven a estar muertas, pero me siento mejor. Camino, sintiendo mis pies sobre el suelo, y miro a un hombre viejo que a su vez me mira, y me siento tan identificada con él que quiero decirle: “yo también lo sé”. No sé dónde estoy pero siento que las calles me son familiares y a la vez que no he estado allí en mi vida. Porque se supone que tengo una vida. La Navidad ha vuelto sin sus luces. Un gato pasa junto a mí pero no me molesto en acercarme porque sé que huiría sin pensarlo. También yo huiría de mí, pero ¿cómo? ¿Y por qué? ¿Es que alguien puede estar inadaptado hasta tal punto…?

3 comentarios:

  1. Me gustó esta entrada. Y coincido en esto: "¿será éste el encanto de la Navidad? La belleza de las luces anaranjadas en las noches frías, en los días pálidos y fríos". Veo que no estoy totalmente incomprendido. Dado mi fama de misántropo (aunque más de imbécil) no puedo decirlo sin que suene raro. Pero me gusta la navidad, un poco, al menos.

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  2. La razón de la sinrazón, que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura
    bajitos mentirosos con cara de ñu

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  3. No, por favor, no desearía que su razón enflaqueciera más, se lo pido a quien sea.
    Es usted tan anónimo como santa mi vagina, y diré más, ¿qué tal se encuentra su madre?

    Hola, Dylan, ¿qué tal, querido? ¿Cómo andan sus facultades? Saludos. amigo.

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